EMPERADORES PERO… TAMBIÉN PATOS COJOS

 

EMPERADORES PERO… 

TAMBIÉN PATOS COJOS

Lillian Calm: “Fantaseando con emperadores súbitamente me acordé (no puedo decir que por asociación de ideas) de otro personaje casi de fábula: el pato cojo. Fue el mismo Boric quien ya hace más de un mes advirtió a sus colaboradores que deben trabajar hasta el último día para no dar señales de que en La Moneda se instaló el síndrome del pato cojo .

Cuando era pequeña me contaron por primera vez un cuento de un tal Gulliver que llegaba al país de los enanitos… Con los años descubrí que esa narración pertenecía a un libro clásico: Los viajes de Gulliver, escrita en el siglo XVIII por Jonathan Swift. Se trata de una sátira fantástica y todo sucede en tierras remotas.

Desde tierras remotas, la India en este caso, Gabriel Boric, presidente de un país al que si bien sus habitantes queremos muchísimo, reconocemos que cada vez se aleja más de convertirse en gigante, disparó verbalmente contra Gulliver: léase Donald Trump.

Palabras más, palabras menos, le llamó la atención por pretender ser un nuevo emperador.

Osado nuestro mandatario, en tiempos en que tal vez sería mejor no estar en la mira de la Casa Blanca por el bien de nuestra política exterior, de nuestra política económica, de nuestros aranceles, de…

Pero ese buen camino pareciera que no tiene relación alguna con La Moneda. Vendría a ser, en todo caso, tarea de otros, como de la Cancillería por ejemplo. Allá ellos, pareciera decir nuestro mandatario.

Y fantaseando con emperadores súbitamente me acordé (no puedo decir que por asociación de ideas) de otro personaje casi de fábula: el pato cojo. Fue el mismo Boric quien ya hace más de un mes advirtió a sus colaboradores que deben trabajar hasta el último día para no dar señales de que en La Moneda se instaló el síndrome del pato cojo .

Como Gulliver, el pato cojo también necesita una explicación: es un término de origen estadounidense y no me parece que los otros países que lo adoptan, lo lleguen a entender bien. Lame duck se refiere en política a gobiernos que al ir terminando sus períodos  presidenciales comienzan a cojear y llegan renqueando hasta el final, incluso perdiendo toda influencia. Se centran solo en quien va a ser elegido sucesor. En nuestro caso, en quién ganará las próximas elecciones.

¿De dónde proviene el término?

Hay distintas versiones: originario del inglés, lame duck viene a ser falta de acción política. Dicen que nació para ironizar ante un mandatario que no hizo sino deambular en cuanto se eligió a su sucesor (aunque se advierte que hay lame ducks prematuros). La expresión se habría acuñado por primera vez ante quien tiene mando, pero no autoridad.

El pato cojo no es capaz de seguir el ritmo de la bandada y se convierte en blanco de depredadores, han escrito por ahí.

Y algo más de literatura:

A mediados del siglo XVIII se refirieron así a un especulador de la Bolsa incapaz de pagar sus deudas, lo que lo hacía cojear. Pero según el columnista del diario español El País (hoy ejerce en El Mundo), José Ignacio Torreblanca, no es hasta 1926 cuando se utiliza, en Estados Unidos, por primera vez la expresión ‘pato cojo’ en relación al Presidente Calvin Coolidge: el periódico de Wisconsin,  ‘ Appleton Post-Crescent   tituló Making a lame duck of Coolidge (convirtiendo al Presidente Coolidge en pato cojo).

Hay, sin embargo, quienes se remontan al período inmediatamente posterior al asesinato de Abraham Lincoln. Entonces el nuevo Presidente, Andrew Johnson, le habría espetado a uno de sus contendores que no quería gastar sus municiones en patos muertos ( dead ducks). De ahí el término habría derivado en lame ducks (patos cojos), que incluso han sido ilustrados en caricaturas de época y que representaban a quienes ya nada tenían que hacer en el gobierno que un día comenzaron.

En suma se trata de un mandatario electo que está a punto de dejar el cargo. El diagnóstico de cojera, dicen, depende también del número de eventuales candidatos que estén listos para reemplazarlo.

 

Lillian Calm

Periodista

10-04-2025

 

 BLOG: www.lilliancalm.com

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