REQUIEM POR EL RESPETO EN EL AULA

 

REQUIEM POR EL

RESPETO EN EL AULA

Lillian Calm escribe: “He releído una y otra vez tres párrafos que me hacen preguntarme: ¿la educación en Chile tendrá vuelta atrás? ¿Podrán salvarse los alumnos de las próximas generaciones? Aquí, los tres acápites…”.

El ministro de Educación llamó a centrarse en lo importante y a desincentivar comparaciones entre los resultados de unos y otros establecimientos educacionales que rindieron la famosa PAES. Como si la culpa de la desastrosa educación en Chile tuviera como causa… las comparaciones. Igualito a los chistes de don Otto.

Pero Chile, y concretamente la educación en Chile, no está para más chistes de don Otto.

Dándole vueltas al tema releí párrafos de un libro que hace ya muchos años me trajo mi amiga española Ana desde la afamada librería Cervantes de Salamanca, sus tierras, cuando apenas había salido de la imprenta ( Primera edición: septiembre de 2011).

Paradoja: una edición de 2011 es, sin duda lo que muchos académicos tildarían de libro viejo y a su autor de reaccionario. Y quizás tengan razón. El libro se publicó hace demasiado más de una década y su autor, Mariano Rajoy, sería elegido ese mismo año Presidente del Gobierno de España.

Pero encontré ideas nuevas. O más que nuevas, ideas de siempre.

Él reaccionaba en esas páginas con fuerza ante  una educación que, me parece, va muy de la mano con los resultados que hoy evidencian los alumnos en Chile. Es decir, estamos más que pasados de moda. Nos ayudarían las ideas de antaño.

Ese libro ahora con olor a viejo, pero cada vez más vigente en el tema de la educación, se titula    En confianza. Mariano Rajoy lo escribió  cuando era el candidato del Partido Popular (fuerza política contraria a Zapatero) a la Presidencia del Gobierno de España y buscaba ser elegido en los comicios generales. Lo consiguió.

Rajoy gobernó hasta 2018, período en que conviviría con dos monarcas: Juan Carlos I y Felipe III. Y hoy, re-ojeando ese libro (o re-hojeándolo, según sea el caso) una vez más me quedo pegada en el mismísimo primer capítulo: La educación, el factor esencial. Y, luego,   La recuperación de los valores y la educación.

No sé cómo les habrá ido en España respecto a este tema y ni siquiera lo he averiguado, pero no necesito profundizar para saber que muchísimo mejor que a nosotros.

He releído una y otra vez tres párrafos que me hacen preguntarme: ¿la educación en Chile tendrá vuelta atrás? ¿Podrán salvarse los alumnos de las próximas generaciones?

 Aquí, los tres acápites de Rajoy:

 

Primer párrafo: A veces se piensa que con más financiación y con más avanzados métodos pedagógicos se resuelven todos los problemas. Pero lo más importante es recuperar a los buenos maestros y seleccionarlos entre los mejores. La pérdida del respeto a los profesores y el pensar que la mejor manera de educar es exigiendo muy poco o privilegiando la ‘espontaneidad’ personal sobre el cultivo de cualidades y hábitos han sido tremendamente nocivos.

 

Segundo párrafo: Lo primero es, por tanto, recuperar la valoración social de maestros y profesores, el respeto en las aulas y un sentido positivo de la educación. Es absurdo que la relación en las aulas pueda estar basada en la confrontación o en una ideología que ve en la autoridad siempre autoritarismo.

 

Tercer párrafo: En muchos lugares del mundo y sobre todo en Asia, las familias hacen grandes sacrificios con tal de que sus hijos puedan ir a los centros de mayor prestigio en su propio país o fuera de él. Muchas veces se trata de padres con pocos recursos económicos y con poca formación, como ha ocurrido durante décadas en España, pero que están convencidos de que no hay mejor inversión para los hijos que la educación (…) En España estamos todavía lejos de actuar según la máxima de que la excelencia en educación debe ser prioridad real de cualquier gobierno.

 

En Chile todos estamos por una reforma de la educación, pero lo primero, al menos es lo que pienso sin mayores conocimientos, es necesario dejar de lado el ideologismo perverso en que nos han sumergido ciertas ideas foráneas.

El alumno no es ese un ente  destinado a salir a la calle a protestar; tampoco a dedicar los recreos  a manipular bombas molotov en los baños del colegio. Pero para ello, lo primero es  devolverle al profesor la autoridad que siempre tuvo y que, en algunos establecimientos, aún tiene. ¿Desde cuándo? Desde que el mundo es mundo.

 

Lillian Calm

Periodista

06-03-2025

 

 BLOG: www.lilliancalm.com

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