Lo entrevisté por primera vez en 1968 y ya era un experimentado director de Protocolo. Ahora que ha cumplido los cien años de vida, fecha coincidente, en forma casual, con la conmemoración de los 40 años del Tratado de Paz entre Chile y Argentina, releo esas declaraciones que me hizo el embajador Mariano Fontecilla previas a una de las misiones más delicadas que se le han encargado en su carrera: la preparación, entonces, de la visita de Isabel II a nuestro país.
Antes de entrar en el tema, confesó que en cuanto salió del colegio decidió ser diplomático:
-En parte, por tradición. Mi padre fue embajador y tengo otros parientes en la diplomacia.
Así, este este abogado y, antes que nada, diplomático fue condecorado por la reina Isabel II: lo distinguió como Knight Commander of the Royal Victorian Orden (entonces pasó a ser Sir); por su parte, el Papa Juan Pablo II lo hizo gentilhombre de Su Santidad, cargo honorífico del Estado Vaticano.
Además de dirigir la Academia Diplomática y, también, Protocolo, sus destinaciones han sido variadas: Italia, Vaticano y España; Ecuador, Noruega y Finlandia, Islandia y Malta… Me contó que empezó a trabajar en la Oficina de Partes del Ministerio de Relaciones Exteriores, pegando estampillas y timbrando. Es decir, todo un diplomático realmente de carrera.
Y me explicó: -Esto me dio una visión de conjunto de todo el trabajo del Ministerio. No es una mala escuela, pero sí un tanto pesada.
Luego nos centramos en el tema de esa primera entrevista: cómo se preparaba (en esos días) la visita de la reina Isabel II.
-En el terreno internacional, la visita de la soberana inglesa reviste gran importancia. Es un prestigio para Chile el que haya aceptado venir. Irá también a Brasil, pero la visita inicial era a Chile.
A pesar de que los huéspedes debieron prever hasta los más mínimos detalle, no dejaron de lado las labores permanentes:
-Los preparativos de la visita de Su Majestad la Reina Isabel no han paralizado el trabajo obligatorio que tiene el Protocolo con todo el cuerpo diplomático. Muy por el contrario, hemos tenido en, este último tiempo, una intensa actividad. Hay que pensar que el Protocolo es el intermediario que tiene el Cuerpo Diplomático residente con las autoridades chilenas y no se puede suspender por ningún motivo.
Un recuento de las visitas que Chile había recibido en esas últimas semanas incluía, entre otras, a la primera ministra de la India, Indira Gandhi, y a Willy Brandt, quien sería canciller de Alemania.
Continuó con la gira de Isabel II a Chile: -Hemos simplificado y agilizado los detalles de la visita de la reina, los que se suponía podían resultar muy acartonados y rígidos. Al simplificarlos, los hemos dignificados.
Pero hubo un gran pero que se solucionó casi en el acto: Isabel II iba a alojar en el Palacio Cousiño. No obstante semanas antes de su llegada, este sufrió un gran incendió que obligó a cambiar de planes. Mariano Fontecilla señaló que eso no causó mayores problemas:
-Incluso ellos nos insinuaron el Carrera (hoy, paradoja, el hotel se ha convertido en la propia sede del Ministerio de Relaciones Exteriores). Si no, ¿dónde se puede alojar a la Reina? Diez personas de su séquito obligatoriamente tienen que estar cerca de ella.
Tras ser interrumpido al recibir una y otra llamadas por los vetustos teléfonos y citófonos de la época, reflexionó:
-No tenemos tiempo para nada. Incluso debemos trabajar domingos y festivos. Lo hacemos con poco personal. No hay más de ocho personas a cargo del Protocolo. En su mayoría son muchachos jóvenes ( hoy, pienso, esos mismos muchachos jóvenes ya deben ser, si han seguido la carrera, embajadores jubilados) que están iniciando su carrera y que están deseosos de hacer mérito. Para no dificultar las cosas, aquí no existe protocolo… me refiero a un protocolo dentro de otro protocolo. Lo que nos importa es actuar con agilidad y rapidez. Además, siempre hemos contado con la colaboración de la prensa, pues cuando publica algo de nosotros es para hablar a favor. Yo siempre digo que se ha llegado a transformar en encubridora nuestra, porque pequeñas fallas tienen que existir.
Mariano Fontecilla, tras esa nota de humor, cerró esta ya añosa entrevista, una de tantas que le he hecho durante tantos años, al explicar:
-Al hacer las cosas, por sobre todo nos gusta actuar en forma anónima. Con respecto a esto, un ministro nos dijo una frase muy halagadora que se ha convertido en nuestro lema. Refiriéndose al protocolo, expresó: Está, pero no se nota.