BORIC : ENTRE EL MIR Y EL PRESIDENTE DE CUBA

 

BORIC : ENTRE EL MIR

Y EL PRESIDENTE DE CUBA

    

Lillian Calm escribe: “¿Qué pretendían algunos? ¿Que Boric no posara con Díaz-Canel? Eso sería desconocer el árbol genealógico del mandatario chileno. Biológicamente, sabemos, desciende de los Boric de Croacia y Punta Arenas, pero ideológicamente, políticamente, sus ancestros son otros. Mencionaré solo dos y dejo a ideólogos europeos para otra ocasión”.

Una vez más La Moneda tuvo que salir a dar explicaciones sobre las andanzas del Presidente Gabriel Boric. Esta vez pasó por el Archivo Nacional, pero no en un día cualquiera sino precisamente durante el seminario “Mi felicidad es la luchaPotencias populares. Reflexiones actuales a 50 años del último combate de Miguel Enríquez”. Así se analizaba "cómo la estrategia política y la experiencia organizativa del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) puede iluminar las luchas populares contemporáneas, enlazando pasado y presente para proyectar nuevas formas de resistencia", sic. Documentales ensalzaban a Miguel Enríquez, prohombre del MIR.

Si bien desde La Moneda aseguran que el mandatario solo pasó a saludar a los funcionarios del Archivo Nacional, el pasar no siempre es inocuo. Incluso me recuerda esos versos mistralianos que tanto admira el mandatario:

El pasó con otra ; yo le vi pasar. Siempre dulce el viento…

Sí. En la vida todo, siempre, está entrelazado. ¿No sería este un guiño a los compañeros de antaño?

El Presidente es como es. No como los demás pretenden que sea. Solo días antes, algunos se habían extrañado de que apareciera en una misma fotografía con el Presidente de Cuba.

Me extraña que haya quienes se extrañen (recurro a la redundancia) del posado fotográfico del Presidente de Chile con el heredero de los Castro. Me refiero a Miguel Díaz-Canel, ingeniero electrónico cuyo nombre nunca se me queda grabado y, cada vez que lo cito, debo recurrir una vez más a Google. Es el presidente de Cuba y el primer secretario del Partido Comunista en la isla.

He leído que el posado fotográfico requiere todo un arte, pero en este caso, más bien, viene a ser una evidencia palmaria. Es decir, clara, patente, manifiesta, evidente, de mucho.

¿El escenario? Un almuerzo ofrecido por el saliente y ahora ex mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Observo la fotografía ni siquiera con detenimiento y dos realidades me saltan a la vista. La primera, y ello demuestra que no puedo acostumbrarme, entre los ocho comensales desplegados en una antigua escalera palaciega, hay uno solo sin corbata: Boric. Ni siquiera Díaz-Canel, que podría perfectamente haber lucido guayabera, como sus antecesores Fidel y Raúl (en su eterno viaje a Chile, Fidel no se la sacó en los 22 días que permaneció en nuestro país).

Pero, además de esa circunstancia propia de un capítulo de ¨buenas maneras¨, incluido en tantos libros de protocolo, ese posado  de indulgente convivencia hizo saltar voces en Chile y obligar a las consiguientes réplicas oficialistas.

No me voy a detener en esa petite histoire con mucho de  anecdótico, ya que las relaciones de Chile y Cuba, Partido Comunista de por medio, son inentendibles fuera de La Moneda de hoy y solo pueden catalogarse bajo ese  rótulo: anecdóticas.

Mi preocupación es otra:

¿Qué pretendían algunos? ¿Que Boric no posara con Díaz-Canel? Eso sería desconocer el árbol genealógico del mandatario chileno. Biológicamente, sabemos, desciende de los Boric de Croacia y Punta Arenas, pero ideológicamente, políticamente, sus ancestros son otros. Mencionaré solo a dos y dejo a autores europeos para otra ocasión.

Una podría ser la madre (Bachelet) y el otro (Allende Gossens), el abuelo; o, más bien, por su fecha de nacimiento (1908), el bisabuelo.

Ambos se han mostrado, en distintos momentos, magnánimos con Cuba. Recurriré solo a un ejemplo en cada caso.

Nunca he podido olvidar cómo la entonces Presidenta de Chile dejó el asiento en que asistía a otra reunión en la isla, y salió sonriendo, casi bailando y en puntillas, demostrando una especie de algarabía de niña chica cuando le avisaron que la esperaba Fidel…

De Allende, sobran las pruebas. Incluso fui testigo, porque tuve que reportear la visita a Chile de Fidel Castro desde que bajó por la escalerilla del avión en el aeropuerto de Santiago (a las cinco de la tarde de ese 10 de noviembre de 1971)  hasta que dejó nuestro país solo 22 días después, tiempo en que, dicen los politólogos, intervino sin remilgos en la política de La Moneda.

Comentan que la admiración entre Allende y Castro era mutua. La de Bachelet… ya anoté, líneas más arriba, una evidencia. Y es de esta genealogía política de donde procede Gabriel Boric.

 
Lillian Calm

Periodista

10-10-2024

 

 BLOG: www.lilliancalm.com

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