Pase lo que pase en las elecciones generales del Reino Unido convocadas para hoy, él no se cambiará de casa. Las encuestas prevén un triunfo de los laboristas, lo que significaría que el conservador Richi Sunak, el primer ministro de ascendencia india, tendría que hacer las maletas y partir. Pero él no se moverá de la residencia de los primeros ministros.
Estas no son, como es lógico, las cavilaciones de un primer ministro, sino de un gato; porque Larry es gato. Y también es uno de los pocos funcionarios con carácter vitalicio (si no el único) en Downing Street número 10, residencia donde se cocina la política del Reino Unido.
Esto del gato no es una bufonada. Los británicos (al parecer de izquierdas y derechas) no solo cultivan su peculiar sentido del humor, sino también las tradiciones: documentos fidedignos aseguran que, desde el siglo XVI, un gato habita en la residencia del Primer Ministro de Inglaterra.
Eso sí, solo desde 1924 se los identifica con sus nombres de pila (debe ser un descuido de historiadores pretéritos). Así, por ejemplo, Rufus sirvió con el primer ministro Ramsay MacDonald; Nelson, con Winston Churchill (quien también compartió con Peter y Peter III); Margaret Thatcher, John Major y Tony Blair, con Humphrey…
Larry se precia de cohabitar con una tracalada de primeros ministros: David Cameron, Theresa May, Boris Johnson, Liz Truss y hasta ahora Rishi Sunak. Por eso, si algo lo mantiene impertérrito son las elecciones generales de hoy día. Sabe que lo único que le corresponde hacer, si gana el laborista Keir Starmer, es darle la bienvenida y, al mismo tiempo, despedir a Sunak.
Llega a tanto el humor británico que el Chief Mouser, que se puede mal traducir como cazador en jefe (es el título oficial que se le ha concedido), mantiene una cuenta de Twitter, ahora X, con un millón de seguidores: escribe y le responden. (Para que no crean que me he vuelto loca, tengo bien claro que no es el gato el que escribe, sino que hay un humano de Downing Street 10, remunerado, encargado de mantener la cuenta X del gato).
Se recuerda que en los últimos tiempos del excéntrico primer ministro Boris Johnson, el gato llegó a twittear: Ya no puedo, en conciencia, vivir así. O se va él, o me voy yo.
Y se fue Johnson y se quedó el gato. ¡Ya ha visto volar a tantos!
Larry, the cat quizás sea incomprendido por los lectores de esta columna, desde un Chile también cada vez más incomprendido. Pero no por los británicos, que respetan a su Chief Mouser, destinado a continuar con la tradición de sus antecesores: cazar las ratas, siempre que las vea, por supuesto, porque ya está mayor y le falla la vista.
El tema ha escalado a tal punto que un portavoz oficial debió explicar, en una oportunidad, que Larry es funcionario público y no pertenece a la familia de los primeros ministros (todos de turno). Esto se debe a que los hijos de uno de ellos, que lo tenían bien aguachado, se lo querían llevar cuando su papá perdió el cargo.
En una reciente entrevista televisiva (está en la web) le preguntaron a Keir Starmer, abogado de derechos humanos y quien ha llevado al Laborismo desde la izquierda a una posición más centrista, si tiene mascotas. Reconoció que sí: un gato llamado Jojo, muy respetado.
Dudo qué ocurrirá desde esta tarde si las encuestas aciertan y Starmer llega a Downing Street: si Jojo le ayudará a cazar ratas a Larry, y si Larry, el Chief Mouser, aceptará la llegada del que considerará simplemente un advenedizo… muchísimo más joven que él, en todo caso.
Lillian Calm
Periodista
04-07-2024
BLOG: www.lilliancalm.com