¿Mundo a la deriva? Tal vez. A veces se me hace muy difícil llegar a comprender... Dos acontecimientos no relacionados me han llevado, esta semana, a darles vuelta más de lo que acostumbro.
Digo a la deriva porque si bien Viña enmudeció ante el gran Andrea Bocelli (lo que incluso fue augurado como un resucitar de Chile), este fue superado en rating, en la noche siguiente, por un actor-humorista cuyo nombre no había oído nunca. Bocelli obtuvo un promedio de 32,5, con un peak de 39,8; y Sergio Freire, 41,3 y 44,2.
Para comprender por donde andan las preferencias de los chilenos sintonicé a posteriori esos largos minutos que merecieron, una vez más, el aplaudido silencio del Monstruo de la Quinta Vergara, ahora solo interrumpido por cadenciosas risotadas. ¿Con qué me encontré?
Mofa de una Iglesia católica que, según el humorista, se estancó; mofa de las misas que son todas iguales; mofa hasta de Dios; mofa en latín, italiano y castellano del papa Juan Pablo II, hoy declarado santo, y de su perdón a Ali Agca… Y no faltó una burda alusión a Iglesia, feminismo y género. Todo en broma, por supuesto.
Me pregunto si yo no estaré muy out. Lo único que tengo claro es que quedé perpleja.
Simple casualidad: a las pocas horas habló una vez más Roma. Recordé esa frase latina atribuida a san Agustín: Roma locuta, causa finita , que se traduce habló Roma, caso cerrado.
Y esto aunque aún no se publica el anunciado documento sobre el tema.
Así, a solo horas de Viña, el papa Francisco introdujo la audiencia general de ese miércoles (luego un colaborador leería sus escritos): Pido leer, para no fatigarme tanto; todavía estoy resfriado (…) Hoy el peligro más feo (bruto), más feo (bruto), es la ideología de género, que anula las diferencias. Pedí estudios sobre esta fea ideología de nuestro tiempo, que borra las diferencias y hace que todo sea igual; canceladas las diferencias, cancelada la humanidad. El hombre y la mujer, en cambio, se mantienen en fecunda ‘tensión’.
Habló ante hombres y mujeres reunidos en la conferencia Hombre y mujer, imagen de Dios, organizada por el centro de Búsqueda y Antropología de las Vocaciones.
Esas palabras me reaseguraron que la Iglesia no está estancada, como afirma el señor Freire junto a la comparsa del monstruo viñamarino, y me llevó a recordar, quizás por asociación de ideas, un texto (logré encontrarlo) de la teóloga alemana Jutta Burggraf, a quien conocí en Chile. Mujer culta y equilibrada, ya fallecida, se especializó en Teología de la Creación y Teología Ecuménica, y en 1987 fue nombrada por el papa Juan Pablo II como perito en el Sínodo Ordinario de Obispos.
Bajo el extenso título Perspectiva de género: sus peligros y alcances considera: Algunos prefieren hablar de género (gender) en vez de sexo. No se trata sólo de un cambio de palabra. Detrás está la ideología feminista de gender, que se divulga a partir de la década 1960– 1970. Según esta ideología, la masculinidad y la feminidad no estarían determinados fundamentalmente por el sexo, sino por la cultura (…) Toda una ‘nueva perspectiva’ del término que, para sorpresa de muchos, se refiere a género como ‘roles socialmente construidos’.
Jutta Burggraf precisa que la IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer (Pekín, 1995) fue el escenario elegido por los promotores de la ‘nueva perspectiva’, para lanzar una fuerte campaña de persuasión y difusión.
Luego subraya : Es por ello que desde dicha cumbre la ‘perspectiva de género’ ha venido filtrándose en diferentes ámbitos no sólo de los países industrializados, sino además de los países en vías de desarrollo.
Y cita una definición (anota que creó confusión) fabricada por la propia directiva de esa conferencia de la ONU: El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente, que se asignan a uno u otro sexo.
No me queda sino agregar: una vez más… la inefable Organización de Naciones Unidas.
Lillian Calm
Periodista
07-03-2024
BLOG: www.lilliancalm.com