Hace exactamente 55 años y en un Dieciocho (fue la noche previa, el 17), Jaime Eyzaguirre murió en un accidente automovilístico. Historiador, jurista, académico, pero antes que nada maestro de maestros, Jaime Eyzaguirre, a pesar de su muerte prematura, es considerado uno de los intelectuales más destacados del siglo XX. Sus obras -entre las que analizó a fondo nuestros derechos limítrofes- constituyen un legado importante y decisivo.
Lo había entrevistado dos meses antes: en julio de 1968. No me hizo esperar, no me tramitó, no me contestó a la rápida como algunos. Es que se trataba de Jaime Eyzaguirre, uno de los más relevantes historiadores que ha tenido Chile y, para mayor abundamiento, formador de muchos de mis profesores. Por eso llegué con cierto nerviosismo a tocar puntualmente el timbre de esa antigua casa de calle Seminario. Me había invitado a tomar té.
Nada más accesible que Jaime Eyzaguirre, tan lejano a esa frialdad con que sabía profundizar en los acontecimientos pasados. En 1958 había comenzado a publicar sus estudios relacionados con el problema limítrofe chileno-argentino y, más tarde, siguió con Bolivia.
-Usted toma distancia para analizar la historia, le advertí.
-Trato los problemas con un criterio científico, sin ninguna pasión política. Primero, porque creo que Chile tiene la razón y no necesita recurrir a sentimentalismos, sino a antecedentes históricos, jurídicos y racionales para defender sus límites. En segundo lugar porque no debe exacerbarse el odio entre los países ni el nacionalismo excesivo.
-Pero hay quienes lo consideran apasionado.
-Aunque soy apasionado por naturaleza tengo conciencia de que el historiador es un juez, y al juzgar hay que proceder con honestidad e imparcialidad. Todo libro escrito con pasión ciega oculta parte de la verdad, se desmorona solo, perjudica al autor y no beneficia la causa.
Me explicó que escribía y luego dejaba que sus libros se enfriaran. Antes de publicarlos le pedía una crítica objetiva a varias personas, y no le importaba que no fueran historiadores; le bastaba con que tuvieran una cultura general. Sin embargo muchas veces intercambiaban ideas sobre el tema de Palena con su cuñado Julio Philippi:
-Él gratuitamente defendió ese territorio para Chile ante el tribunal arbitral.
Las publicaciones de Jaime Eyzaguirre se sucedían unas a otras. Entonces acababa de aparecer una nueva edición de Breve historia de las fronteras de Chile, cuya primera edición se había agotado en tres meses. Poco después se conocería el segundo tomo de su Historia de Chile (desde 1817 a 1938) y tenía en prensa un libro en que rectificaba errores sobre distintos episodios de la Independencia, el primero referido a la Logia Lautarina. Además aparecerían varios ensayos sobre el destino de Hispanoamérica.
-Muchas de sus obras despiertan polémicas, serias unas y apasionadas otras.
Rió y me respondió con humor:
-Con una periodicidad muy distanciada se publica en Bolivia El Litoral, órgano que datan en Antofagasta no obstante ser impreso en La Paz. Es muy anti-chileno: nos presentan como ladrones del litoral y está destinado a promover las aspiraciones portuarias de Bolivia. Cuando publiqué Chile y Bolivia, en que me refería a los títulos que Chile puede invocar para justificar su dominio en la región del norte, apareció en el periódico un artículo insultante con una fotografía mía que aprovecharon de la revista Ercilla y a la que dieron un aspecto endemoniado.
-¿Cómo lo presentaban?
Volvió a reír:
-Con cachos, con colmillos, ojos blancos y un rostro feroz. Esto me divirtió mucho y no me preocupó en lo más mínimo. Sin embargo, también han aparecido artículos respetuosos, siempre discrepantes pero escritos en un plano intelectual.
-¿Qué solución le ve al tema de Bolivia?
-Una solución en la cual tendrían que actuar conjuntamente Perú, Bolivia y Chile para formar un centro de explotación y de mejoramiento económico de toda la zona colindante. No se trata de buscar una solución de tipo político, de entrega de territorio. Es necesario un convenio, siempre a través del Perú, que haga imposible que se produzcan diferencias entre Bolivia y Chile por el hecho de que ambas partes estén interesadas y necesiten una de otra.
-Sin embargo la posición de Bolivia…
-Este problema no se puede plantear con un criterio sentimentalista como lo ha hecho Bolivia, país que no está asfixiado, pues tiene franquicias para salir al mar por Chile, Perú, Brasil y Argentina. Chile no tiene por qué entregar un territorio que estuvo en litigio durante la guerra y que luego recibió por el Tratado de 1904, veintiséis años después de terminadas las operaciones militares. Este convenio fue celebrado en condiciones tan libres por el lado de Bolivia que se involucraba el Tratado de Paz en el programa presidencial del candidato general Montes, y el pueblo votó por él precisamente porque lo aceptaba. Este convenio tiene un mérito por sobre otros tratados de paz: el que el pueblo en plebiscito acordó acogerlo después de veinticinco años de terminadas las operaciones militares.
-¿Y Argentina?
-Es explicable que con Argentina surjan periódicamente dificultades, pues esa frontera es una de las más extensas que existen en el mundo entre dos países.
-Hay problemas surgidos en torno a la Patagonia…
-Evidentemente la falta de visión de Diego Barros Arana, de Benjamín Vicuña Mackenna y de José Victorino Lastarria, quienes consideraron que la Patagonia no tenía ningún valor y que no valía la pena ni siquiera discutir o recurrir al arbitraje, indirectamente abrió los conflictos de futuros problemas, pues si toda la Patagonia fuera chilena no existiría el problema del Beagle… pero el problema vino a producirse en este siglo.
(Se refería al siglo XX).
No habían pasado menos de dos meses de mi entrevista. Llegué al diario temprano en la mañana y me encontré con el director, Cristián Zegers, completamente demudado. Me informó entonces que esa noche, camino al sur, Jaime Eyzaguirre había muerto en un accidente automovilístico. Tenía 59 años.
Lillian Calm
Periodista
28-09-2023
BLOG: www.lilliancalm.com