No por un mero decreto o por simple capricho hoy es el día del sacerdote. Ellos también tienen su día. Y lo tienen porque es Jueves Santo.
Así como hay un Día de… todo lo habido y por haber hoy, Jueves Santo, es el día de los sacerdotes, tan vapuleados en los últimos años. Pero estas líneas no son para caer nuevamente en el lugar común de vapulearlos, convertido casi en un modus vivendi.
Son para responder -o para responderme- una pregunta: ¿qué haríamos sin sacerdotes? ¿Qué pasaría si no hubiera un solo sacerdote sobre la Tierra? ¿Podríamos recibir a Jesucristo en la Comunión? Por supuesto que no. Y tanto, tantísimo más.
Pero esto no lo digo solamente pensando en los católicos. En los bautizados. ¿A cuántos no católicos de tantos países ayudan los sacerdotes, sin preguntarles ni siquiera cuál es su credo? ¿O si siquiera lo tienen?
Este jueves, Jueves con mayúscula, leemos en los Evangelios que Jesucristo en la última Cena, además del sacramento de la Eucaristía, instituyó el sacramento del Orden Sacerdotal, según la modalidad trasmitida por la sucesión apostólica de la Iglesia. En otras palabras, mediante este sacramento se confiere una participación al sacerdocio de Cristo.
Es por esto que este Jueves Santo me quiero detener en algunos sacerdote de los cuales ni siquiera se habla. No son tema. Deberían ser tema… pero no lo son, quizás porque como los más se han mantenido hasta el final fieles a su ministerio, y si lo hago es porque me duele que algunos digan:
-Soy católico, pero no me hablen de los sacerdotes.
Y generalizan y despotrican contra la Iglesia, por lo demás como lo hacen con cuanto tema se les ponga por delante.
¿En quienes quiero detenerme esta vez? En una nómina que obtuve de la Fundación Ayuda a la Iglesia que sufre.
Padre Isaac Achi
Fue en la madrugada del 15 de enero de este año 2023. El padre Issac Azekpili Achi -que ya había sobrevivido a un estallido de bomba en 2011- se encontraba en la casa de los sacerdotes en la parroquia San Pedro y San Pablo en Kafin Koro, diócesis de Minna, Nigeria. La construcción fue rociada con material combustible hasta sus cimientos por hombres armados no identificados. El padre Isaac murió tras ser quemado vivo; su asistente, el padre Colins Omeh, recibió heridas de bala en la espalda.
Padre Frans van der Lugt
Retrocedemos a abril de 2014. Dos enmascarados irrumpieron en el monasterio de los jesuitas en Homs, localidad situada en el oeste de Siria y la tercera en importancia de ese país. Dos tiros en la cabeza fueron suficientes para asesinar a ese sacerdote de 75 años, nacido en La Haya, más conocido como pater Frans, y que se preocupaba indistintamente, no importándole su credo, de cristianos y musulmanes. No había querido ser evacuado, sino permanecer en el lugar en su tarea de reconciliar a los grupos rivales del lugar.
Padre Landry Ibil Ikwel
Tenía solo 34 años en 2019 cuando fue asesinado y llevaba tres como sacerdote. Se encontraba solo en la casa y le abrió la puerta a unos individuos que lo obligaron a beber ácido. Eso no les bastó: lo hirieron con un machete. Alguien logró llevarlo a un hospital, en Mozambique, donde murió a las pocas horas. Dirigía el instituto para ciegos del puerto de Beira.
Padre Jacques Yaro Zerbo
Fue asesinado el 2 de enero de este año 2023 por hombres armados no identificados. Todo sucedió en Soro, Burkina Faso. Procedente de Mali, tenía 66 años. Fue ordenado en 1986, estudió Liturgia en España y era profesor en seminarios y otros establecimientos. Uno de sus alumnos recuerda que impartía sus lecciones “con mucha seriedad, pasión, convicción y conciencia”.
¿Cuántos casos más se podrían citar?
Solo me queda dar gracias por tantísimos sacerdotes, los muchísimos más de los pocos que son, a quienes encontramos siempre firmes en sus tareas diarias y, sobre todo, en el confesonario y al pie del altar.
Lillian Calm
Periodista
06-04-2023