Aunque me lo aseguren, no lo creo. Me dicen que en una de sus alocuciones ante los dramáticos incendios de este verano, el Presidente de la República se dirigió a las brigadistas y a los brigadistos.
Recibí un Tik Tok como prueba, pero con objetividad periodística debo reconocer que este justo se corta cuando Su Excelencia debería terminar de pronunciar la palabra brigadistos. El drama es que si bien creo que no lo dijo, bien podría haberlo dicho porque, es tal el anecdotario que llevamos desde que asumió este Gobierno, que hay que abrirse y creer cualquier cosa.
Hace unos meses guardé con toda intención una noticia aparecida en la página digital de radio Biobío. Al fiscalizar -con anterioridad al Día del Niño del año pasado- la Feria Infantil de la Plaza Teodoro Schmidt en Temuco, el seremi de Salud de la Araucanía, Andrés Cuyul, se refirió a las y los juguetes (para que los padres puedan comprar con un criterio de seguridad las y los juguetes. ¿Qué diría don Andrés? Y me estoy refiriendo a don Andrés Bello. Y, ¿qué diría, por su parte, don Teodoro Schmidt Weichsel, ese ingeniero alemán que llegó a Chile en 1858 y fue clave en la fundación de Temuco? Lo más seguro es que él no pronunciara bien el castellano, pero jamás habría dicho las y los juguetes. Eso sí que no. Afortunadamente, en esa época, las gramáticas aún no corrían tanto peligro como hoy día.
Pero tengo otra muestra encontrada por ahí al azar. Es del subsecretario de Salud Pública Cristóbal Cuadrado (incluso hay un video que lo corrobora) en que asegura que los y las medicamentos son fundamentales…
¿Por qué entones el Presidente no iba a hablar de brigadistos?
Tengo a la mano un librito muy actual del Instituto Cervantes, titulado Las 100 dudas más frecuentes del español. Leo que “quienes defienden el empleo de las expresiones duplicadas lo justifican como un modo de hacer patente que el hablante se dirige a los dos grupos,, entendiendo que de otra manera quedarían excluidas las mujeres.”. Y agrega que “si bien es cierto que el lenguaje es una herramienta de visibilización, no debemos olvidar que es, ante todo, una herramienta de comunicación, por lo que debe usarse de la manera más clara y sencilla posible”.
Luego señala: “A este respecto hay que decir que la duplicidad no aporta claridad al texto; al contrario, dificulta y hace pesada la comunicación cuando se usa de manera continuada y abusiva. El empleo del masculino no es un uso discriminatorio, sino un recurso básico de economía lingüística que busca conseguir el máximo de información con el mínimo de elementos”.
Existe un latinazgo clásico atribuido a san Agustín: Roma locuta, causa finita.
Habló Roma, el caso está cerrado.
El problema es que demasiados chilenos se creen Roma.
Lillian Calm
Periodista
23-02-2023