diciembre 01

 

Lillian Calm escribe: "...me hartaron, aunque en rigor a la precisión -y, por supuesto, más que la ecología- me cansaron los ecologista. Me preocupa el cambio climático, y si hay algo que estuviera de mi parte para evitarlo. al menos en un tris, por supuesto que lo haría; me encantan la naturaleza, los animales, las plantas, pero no se me ocurriría por eso irme al Museo de Bellas Artes, que está apenas a dos cuadras de mi casa, a lanzar mugre contra ninguna obra de las expuestas… ni siquiera contra las que no logro entender y que quizás progresivamente van siendo la mayoría ".

Leo: “Ambientalistas rocían con líquido negro una de las obras maestra del pintor Gustav Klimt en Viena: Muerte y vida.

Se trató del grupo Última generación, que reúne a activistas alemanes y austríacos”. Sigo leyendo: “Ecologistas miembros del grupo Just Stop Oil simulan ataque contra famosa obra de Vermeer en los Países Bajos. Dos miembros del grupo se acercaron a La Joven de la Perla en el museo Mauritshuis, de La Haya, y mientras uno aparentaba rayarla, el otro vertía salsa de tomate sobre su compañero”.

Y leo: “Dos activistas del grupo alemán de protesta por la protección del clima Última Generación atacaron un cuadro del pintor impresionista francés Claude Monet lanzando puré de papas contra la obra en el Museo Barberini de Potsdam, al sur de Berlín. La obra, perteneciente a la serie Les Meules (Los Pajares) de Monet (1889-1891)fue rociada con una masa viscosa. Participaron cuatro personas. Exigen a la clase política tomar medidas efectivas para limitar el cambio climático”.

Leo otra información: “Activistas arrojaron sopa de tomate al cuadro Los Girasoles del artista holandés Vincent van Gogh en  en la National Gallery de Londres. El marco resultó ligeramente dañado en el ataque… Un cristal protegía el lienzo”.

Profundizo la lectura: “Dos activistas pegaron sus manos en el marco de pinturas de Goya en Madrid…”.

Sigo profundizando la lectura: “Dos activistas de la agrupación Just Stop Oil estamparon dos tortas de chocolate en el rostro de la figura de cera del rey Carlos III, que se encuentra en el museo londinense de Madame Tussauds, exigiendo que el gobierno británico ‘detenga las nuevas licencias de petróleo…’”.

No puedo dejar de exclamar internamente un “me cansaron”. Sí. Me cansó la ecología y sé que decirlo es políticamente incorrecto.

Pero me hartaron, aunque en rigor a la precisión –y, por supuesto, más que la ecología- me cansaron los ecologista.

Me preocupa el cambio climático, y si hay algo que estuviera de mi parte para evitarlo, al menos en un tris, por supuesto que lo haría; me encantan la naturaleza, los animales, las plantas, pero no se me ocurriría por eso irme al Museo de Bellas Artes, que está apenas a dos cuadras de mi casa, a lanzar mugre contra ninguna obra de las expuestas… ni siquiera contra las que no logro entender y que quizás progresivamente van siendo la mayoría.

Y ya han hecho de las suyas, por ejemplo, con esculturas de Rebeca Matte, que sí las entiendo.

Y a propósito del Museo de Bellas Artes, ¿qué sería de los dos jovenzuelos inmortalizados a través de tantas fotografías y videos mientras rayaban una de las cúpulas del Museo de Bellas Artes de Santiago?

Me imagino que serían próceres ecologistas que ignoraban la historia del arquitecto Emile Jéquier y el valor de ese magno edificio inaugurado en 1880. Curioso: a los otros ecologistas, a los foráneos, los han detenido. De estos -supuestamente chilenos-, habiendo tantas fotografías y videos de quienes los captaron en una acción in flagranti… nunca más se supo. Soy tan prejuiciada que llego a pensar que estaban emparentados con algunos muy, pero muy demasiado encumbrados. O, ¿será una simple suposición mía?

 

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