DEFUNCIÓN CON FLEMA BRITÁNICA

 

Lillian Calm escribe: “Una de las biografías de la reina Victoria (tampoco sabría decir cual) atribuye su muerte a una afección pulmonar. No sé si eso se deba a la simple invención de algún biógrafo o a la conclusión del médico de cabecera. Y, ¿de qué murió Isabel II?”.

Leí en una biografía de la Reina Victoria -ya no recuerdo si fue la del inglés Lytton Strachey o la del estadounidense Stanley Weintraub, o quizás en ambas- que la muerte de la anciana reina dejó a Gran Bretaña en shock. Ese era el término. Que fue como si se hubieran detenido los punteros del reloj. La era victoriana llegaba a su fin.

Hace unas semanas esos punteros volvieron a detenerse allá y también más acá de Gran Bretaña. La cercanía comunicacional solo nos impidió estar ausentes de los últimos momentos de las ceremonias fúnebres, ya que los descendientes de la soberana pidieron privacidad. La era de Isabel II había llegado también a su fin y lamentablemente en este caso no se puede hablar de era isabelina, si bien la suya fue toda una era, porque la de esa nomenclatura le pertenece a la ya lejana pero inolvidable Isabel I (1533-1603),

Una de las biografías de la reina Victoria (tampoco sabría decir cual) atribuye su muerte a una afección pulmonar. No sé si eso se deba a la simple invención de algún biógrafo o a la conclusión del médico de cabecera.

Y, ¿de qué murió Isabel II?

Con anterioridad el mundo había sido informado de que la soberana se había contagiado de Covid; por eso no es difícil presumir que se puede haber tratado de secuelas. Pero no se sabe nada más. No hay mayor información.

Es aquí donde nos enfrentamos con la flema inglesa. Kate Fox, antropóloga del  Centro de Investigación de Asuntos Sociales (SIRC) de la Universidad de Oxford, autora del libro Watching the English, considera que el carácter del inglés y, por lo tanto, de la nación, los lleva a “eludir a toda costa la intrusión y la imposición”.

A pesar de ello se ha dado a conocer el certificado de defunción de Isabel II de Inglaterra. Por arte de birlibirloque recibí su facsímil y lo reproduzco in extenso:

 

“Registro de defunciones número 10789978

Defunción registrada en el distrito de: Aberdeenshire

Distrito número: 332

Año: 2022

Entrada número: 819

Nombres: Elizabeth Alexandra Mary

Apellido: Windsor

Ocupación: Su Majestad, la Reina

Fecha de nacimiento: 21-4-1926

Edad: 96 años

Estado civil: viuda

Fecha del fallecimiento: 8-9-2022

Hora: 15:10

Lugar del fallecimiento: castillo de Balmoral, Ballater, AB35 57B

Residencia usual (diferente de la anterior): castillo de Windsor SL4 1NJ

Causa de la muerte: ancianidad o vejez (old age)

Nombre, apellido y ocupación del cónyuge: Su Alteza Real, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo

Nombre y ocupación de los padres: Albert, Frederick, Arthur, George Windsor, Rey Jorge VI, fallecido; Elizabeth Angela Marguerite Bowes-Lyon o Windsor. Reina Isabel o la Reina Madre, fallecida

Firma del informante calificado: Anne, Su Alteza la Princesa real, hija

Gatcombe Park Minchinhampton Stroud GL6 9AT

Fecha del registro: 16-9-2022 – Firmado por Lynne Driver y Paul Lowe”.

 

Este documento me convence de que existe una flema británica para vivir y para reinar, pero también para morir. E incluso para registrar esas muertes.

 

Lillian Calm

Periodista

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