Si algo no soy es presuntuosa. Por eso no pretendo abarcar en un solo repertorio todas las metidas de pata que acumulan quienes nos gobiernan desde el 11 de marzo. Pero es sano recordar algunas y para ello me saltaré todo orden cronológico. Eso sí, desde ya, pido perdón por la extensión de esta columna.
Empezaré por la que creo es una de las más recientes y su protagonista es alguien que se había mantenido incólume: la ministra de Desarrollo Social, Jeannette Vega. Sin embargo en una entrevista señaló que “todo el tiempo que estuvo el estado de excepción subió en 400% la violencia” en la macrozona sur. El ex titular de Interior le respondió: . “Un tema sensible como lo es la violencia en la macrozona sur exige precisión en las cifras. Durante el estado de excepción disminuyeron un 45% los hechos de violencia, se registró una baja de un 73% en las usurpaciones y (hubo) 185 detenidos…”.
Y fue precisamente en la macrozona sur donde casi comenzó una secuencia de metidas de pata de la nueva Administración (digo casi porque los verdaderos orígenes se remontan al mismísimo día en que asumió Gabriel Boric la Presidencia de la República).
Al segundo día hábil después de la trasmisión del mando, la entonces flamante ministra del Interior, Izkia Siches, fue expulsada a balazos de una parte de nuestro territorio nacional.
Apenas horas antes, el propio Presidente de la República disparó desde La Pintana (eso sí que verbalmente) contra dos cardenales, un sacerdote y el mismísimo Rey de España, Felipe VI, a quien culpó de un atraso criollo en la trasmisión del mando.
Así, en un programa televisivo, Boric espetó: “Me pareció bien inaceptable que se haya atrasado la ceremonia porque el Rey de España se había atrasado”.
Inusualmente, hasta la Casa Real emitió un comunicado desmintiendo ese atraso en un monarca ducho en protocolos y que ha asistido a un sinfín de esas aburridas ceremonias. El diario español El Mundo precisó: “Don Felipe lleva casi 80 tomas de posesiones a sus espaldas”. Irrepetible resultó la descarga contra Boric de Carlos Herrera Crusset, conocidísimo periodista, comunicador y presentador televisivo de la cadena española COPE, como las de otros periodistas españoles… ni siquiera monárquicos.
Y entre los cuasi vecinos, el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, también debe haber quedado molesto con el novel mandatario que, ante la prensa internacional, no solo declaró su preferencia por el hoy candidato Lula sino que dijo: “Es para todos evidente que somos radicalmente distintos con Bolsonaro, pero eso no significa que hay que cortar relaciones con Brasil” (coincidentemente está paralizado el beneplácito solicitado para el candidato a embajador ante ese país, que se caracteriza por sus expresiones nada diplomáticas).
También el joven mandatario removió el piso con Bolivia… que estaba bastante quieto. Ante la prensa extranjera señaló: “Tenemos muchos elementos de integración que podemos trabajar (con Bolivia) (...) La reanudación de relaciones diplomáticas es un punto de llegada; te soy sincero, me encantaría avanzar hacia allá, solo depende de que haya voluntad de ambas partes”.
Si bien dejó en claro que Chile no negocia su soberanía, el canciller boliviano le respondió que las relaciones bilaterales deben ser “sin condiciones”. Días después –sigamos con Bolivia- fue la propia canciller Antonia Urrejola quien en la gira presidencial a Buenos Aires declaró a Tiempo argentino: “… los bolivianos en su propia Constitución establecen su aspiración de tener derecho al mar. Me parece que es una aspiración legítima, pero hay un fallo…”. ¿Aspiración legítima? Esa aseveración no resiste mayor análisis.
Retrocedo a la ceremonia de trasmisión del mando pero me quedó en la Cancillería.
Contrariamente a lo que se piensa, el protocolo es un resorte esencial y está definido como “conjunto de reglas de formalidad que rigen los actos y ceremonias diplomáticos y oficiales”.
Leo, en un manual sobre el tema, la primera de sus máximas: “La acción del Director del Protocolo tiene que pasar inadvertida, mostrando sus efectos cual si fuere una música de fondo que nos inspira, pero que no nos aturde, que enriquece el ambiente pero no lo satura”. Pues bien, la acción de la directora de Protocolo no pasó inadvertida en la trasmisión del mando al vestir un atuendo típico de su etnia pascuense, que podría haber sido elegantísimo para una representación centrada en los valores de esa isla pero que opacó en todo momento no solo al Presidente y a la Primera Dama, y al ex Presidente y a la ex Primera Dama, sino también a todos los invitados nacionales y extranjeros. Solo destacaba ella. Sin duda… una gaffe del protocolo.
Sigamos con la ministra Izkia Siches (perdón, pero no alcanzo a detenerme encada uno de los pasos en falso que ha protagonizado). Antes de referirme al famoso vuelo que según ella habría ido y vuelto con migrantes venezolanos, recordemos sus dichos en que le salió al paso la alcaldesa de Las Condes. Al procurar hacer una crítica al sistema judicial, comentó: "Si yo pillo a una persona al lado de un crimen y es en Las Condes, es rubio y tiene un apellido, no pasa nada". La alcaldesa le respondió en el acto y la invitó a “no caer en caricaturas odiosas” y polarizar la buena política.
Y nada menos que en la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados, la misma ministra Siches aseguró que durante el gobierno de Sebastián Piñera se realizó un vuelo de deportación de migrantes a Venezuela que luego regresó con los mismos pasajeros a Chile.
Textual: “¿Dónde están esas personas que tienen indicación judicial de expulsión? Entonces es gravísimo. Y por lo mismo cuando hagamos nuestras expulsiones, que serán necesarias, tenemos que garantizar que no nos pase lo mismo porque es una chambonada a nivel nacional”. Esto trajo tanta cola, además de una consecuente investigación, que ella debió retractarse de sus dichos. Se eligió como pato de la boda a una funcionaria de carrera de la Dirección Nacional de Migraciones que rápidamente fue acusada y al parecer sumariada por no entregar la información correcta, después de más de 25 años de servicio en ese organismo.
Hay tanto más de la misma ministra Izkia Siches. (Si incluso temí que esta columna quedara obsoleta cuando días atrás se corrió el rumor que sería reemplazada por Carolina Tohá, Carlos Montes o su subsecretario Manuel Monmsalve). Una falta grave fue usar el término Wallmapu. Como este territorio abarca hasta a la Argentina recordemos que se produjo un roce bilateral en vísperas del que sería el primer viaje del Presidente Gabriel Boric al exterior. Ahí fue la Canciller quien tuvo que poner paños fríos: “El concepto Wallmapu es un planteamiento del pueblo mapuche y la ministra Siches lo hizo suyo por respeto (…) Bajo ninguna circunstancia el Gobierno chileno lo entiende como escisión del Estado ni mucho menos existe una falta de reconocimiento a la soberanía argentina en su territorio” (sic).
También después de una intervención de Siches en el Congreso fue el alcalde la Florida quien debió salirle al paso. Al referirse al narcotráfico, ella señaló: “Vivo en La Florida, paso por el lado, escucho todas las organizaciones de narcotraficantes cada vez que me voy a mi trabajo, diariamente”. Rodolfo Carter acusó en Twitter, que se estigmatizaba a sus residentes. “Que pena, ministra Izkia, porque yo vivo en La Florida hace 45 años. No siga equivocándose y no estigmatice a nuestra gente honrada, trabajadora, repleta de méritos y esfuerzo". Y le pidió que “cuando ‘vaya a la pega', haga la pega, denuncie en Tribunales y mande a las policías que dependen de usted”.
Por su parte el diputado Jorge Alessandri consideró en redes sociales que la ministra no hbía realizado la denuncia como obliga la ley a los funcionarios públicos. “¡Le pedí al presidente de la comisión que tomáramos el acuerdo de no recibirla más, que recibamos solo a los subsecretarios hasta que nos dé confianza de lo que ella nos va a decir es verdad!”.
Y la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Julieta Brodsky, no quiso quedarse atrás. En una entrevista televisiva destacó positivamente el trabajo de la Convención Constitucional que rechazó el artículo que consagraba los derechos de autor porque “generalmente se ven enfrentados: el derecho al acceso a la cultura y el derecho de los autores a recibir una retribución por su trabajo”. Le recordaron que el derecho de autor “está consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos”.
Sin que nadie se lo pidiera el Presidente Gabriel Boric declaró ser “profundamente latinoamericanista”, sosteniendo su “apoyo de manera clara y decidida la reivindicación que hace el gobierno y el pueblo y el Estado argentino sobre las Islas Malvinas” (sic). ¿Y nuestras relaciones con el Reino Unido?
El ministro de Transportes y Telecomunicaciones, Juan Carlos Muñoz, en entrevista con El Mercurio consideró difícil un eventual tren Santiago – Valparaíso. Manifestó que “ese es un proyecto difícil y quiero explicarlo…”. A pesar de la larga explicación, fue tal la reacción pública y privada que a las pocas horas debió recular.
Podría seguir, por ejemplo, con las metidas de pata de la ministra de Justicia, pero no. Ella me da pena porque temo que ignore las respuestas correctas. ¡Si ni siquiera es abogado!
Y así podríamos continuar autoridad tras autoridad. Pero la verdad es que me da pereza o, quizás, horror ahondar en esta vergonzosa enumeración…
Aunque no puedo dejar de detenerme en el nombramiento como embajadora ante un gobierno argentino de raíces peronistas de una militante comunista, a pesar de que peronistas y comunistas han sido enemigos seculares. Me refiero a Bárbara Figueroa, que desde ya tiene con dolor de cabeza a quienes intuyen algo de diplomacia.
Si bien Siches dijo en una entrevista que ahora vivirá la templanza (más bien pienso que le han ordenado que se calle, como le espetó el emérito Rey de España a Hugo Chávez precisamente aquí en Chile), por si acaso su correligionaria, la ministra secretaria general de Gobierno y vocera, y quien además es inteligente, tuvo que escoltarla cual guardia pretoriana, en una reciente aparición ante los periodistas.
No quiero dejar pasar, aunque esta columna ya debería tener un tope, una frase que le oí por radio a una altísima autoridad de La Moneda. Esa altísima autoridad dijo que había que tomar medidas para apalear la situación económica. Curioso. En mi época se apaleaban los locos, pero se paliaba la pobreza.
Lillian Calm
Periodista