Al recibirse de médico cirujano, Millarai Abelleira sin duda debió suscribir el juramento hipocrático, aquel inspirado por el facultativo de la Antigua Grecia que vivió en el siglo de Pericles. Sin embargo en estos días hemos sido testigos de un grave incordio que, tal vez, no se deba a la doctora Abelleira sino al propio Hipócrates ya que, a pesar de las centurias, hoy quizás se le pueda achacar un imperdonable lapsus.
La doctora Abelleira, quien fuera candidata a convencional como independiente en un cupo del Partido Socialista, fue imputada por el delito de desórdenes públicos sancionados en el artículo 269 del Código Penal. Se dio un plazo de sesenta días para la investigación. Quedó con firma mensual y prohibición de acercarse a la Plaza Italia.
Pero, ¿qué había ocurrido? El viernes en la tarde Carabineros detuvo a la doctora Millarai Abelleira junto a otra mujer: ambas habrían llegado (como denuncian las cámaras) en un vehículo que estacionaron frente al teatro de la Universidad de Chile, colindante con la Plaza Italia. Dos neumáticos destinados a servir de combustible para una pira incendiaria fueron extraídos de la maleta del automóvil y entregados a un tercero, también detenido, que los trasladó a la explanada de la plaza donde se les prendió fuego.
Volvamos a Hipócrates. El griego determinó que quien fuera a ejercer la profesión de la doctora Abelleira jurara “por Apolo, Médico, y Esculapio, Hygeia y Panacea, y por todos los dioses y diosas, poniéndolos de jueces, que este, mi juramento, será cumplido hasta donde tenga poder y discernimiento”, y determinó que “a nadie daré una droga mortal aún cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin. De la misma manera, no daré a ninguna mujer supositorios destructores; mantendré mi vida y mi arte alejado de la culpa”.
Ahí está la grave omisión: al parecer, el genio helénico nada estipuló para impedirle a un médico proporcionar neumáticos inflamables destinados a servir de barricadas incendiarias, como habría procedido el viernes pasado la médico cirujano Millarai Abelleira.
Por ahí leí que la Universidad de Santiago es su alma mater. No lo tengo tan claro y llego a dudarlo, porque esa Universidad asegura a sus alumnos llegar a ser “un profesional con sentido social, capaz de desarrollarte de forma versátil, ejerciendo éticamente la medicina de forma eficaz en los diversos sistemas de salud nacional”. Pero nada dice de proporcionar llantas a modo de combustible para nutrir un fuego urbano.
Me extraña que la doctora Millarai Abelleira, que ha sido destacada por su gran sentido social, en vez de atender a tantos enfermos que no encuentran cupo en los hospitales públicos, dedicara la tarde de un viernes a proporcionar el suministro para atizar el fuego en manifestaciones violentas.
Llego a pensar que hay una confusión y quizás no fue a ella a quien detuvieron porque, ¿cómo un médico, con un juramento hipocrático a cuestas, va a andar metido en actos delictuales?
A mi modo de ver, imposible. Tan imposible como les parecerá no solo al doctísimo Hipócrates, sino también a todos aquellos que incluso han sacrificado su vida emulándolo siglo tras siglo.
Decíamos que la doctora Abelleira fue candidata a constituyente por el distrito 9 en un cupo del Partido Socialista. Pues bien: la ex candidata presidencial Paula Narváez, recientemente designada embajadora en las Naciones Unidas, divulgó una grabación en plena campaña electoral en que resaltaba los méritos de la citada Abelleira y llamaba a votar por ella, pero nada decía de sus aptitudes para incendiar barricadas. Me imagino que la ahora diplomática deberá retractarse.
Por mi parte guardo una secreta intuición: a pesar de todo lo anterior, pase lo que pase, en mi fuero interno estoy casi segura de que nuevamente hallarán culpables a…. los carabineros, que por lo que entiendo no están sujetos al juramento hipocrático.
Lillian Calm
Periodista