Este mes de marzo termina con nubarrones negros, muy negros para Chile. Me referiré solo a uno. A la aprobación del aborto libre por el pleno de la Convención Constitucional, lo que abre el camino a que quede finalmente consagrado en una nueva Carta Magna.
Se trata del primer inciso de los llamados derechos sexuales y reproductivos, que contó con una aprobación de 113 votos a favor, 35 en contra y 5 abstenciones.
¿Qué propician los 113 convencionales que votaron a favor? ¿Y, también y por qué no, los 5 que se abstuvieron y no fueron capaces de votar en contra?
Que “todas las personas son titulares de derechos sexuales y derechos reproductivos. Estos comprenden, entre otros, el derecho a decidir de forma libre, autónoma e informada sobre el propio cuerpo, sobre el ejercicio de la sexualidad, la reproducción, el placer y la anticoncepción”.
Esto viene a ser el vamos para que pueda darse el aborto libre en Chile. De regir resoluciones como estas podrían significar -y no sabemos si lo significarán- el asesinato de un Haendel… O, quizás, también de un Schubert, un Wagner, un Weber, un Bach y un Mozart.
Debido a que no creo que todos quienes están encargados de redactar la nueva Constitución sepan quiénes son los anteriores, adelanto que fueron compositores famosos y seguramente, tal vez sin ni siquiera estar conscientes de ello, han escuchado más de alguno de sus acordes.
¿A dónde voy con todo esto?
A que leí un artículo publicado en el periódico alemán Deutsche Tagepost que me hizo enmudecer. Cito uno de sus párrafos:
“… los alemanes no hubiéramos tenido un Amadeus Mozart o un Johann Sebastian Bach, un Richard Wagner u Otto von Bismarck (político y no músico), un Freiherr von Stein (también político y no músico), Franz Schubert, Carl Maria von Weber, Ludwig von Beethoven o Georg Friedrich Haendel. Porque todos estos hombres que, según se dice, han destacado por su talento y producciones geniales, no hubieran nacido en la actual familia alemana media de 1,7 hijos, más perro. Todos tenían al menos tres hermanos mayores; y Schubert, Haendel, Wagner, Weber, Bach y Mozart incluso seis. Se les hubiera planificado a muerte ya antes de ser engendrados”.
En Chile la mayoría de los convencionales ha votado simplemente por ejecutar al no nacido, lo que se denomina aborto en Chile, en Alemania y en la Quebrada del Ají, aunque muchos seudocientíficos y no tan seudos elaboren teorías muy propias sobre la gestación.
Dejo por esta vez otras poderosas consideraciones a favor de la vida y me quedo con una sola: ¿cómo saber de quién o de quiénes -tal vez genios, algunos- estamos privando a Chile y a la humanidad?
No me alargaré porque pienso que ya expuse todo lo que esta semana quería decir en esta columna. O, más bien, escribir.
Lillian Calm
Periodista