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Mostrando entradas de septiembre, 2021

EL ADIÓS A LAS GRANDES ESTADISTAS

  Lillian Calm escribe: “ Lo   que resulta singular es que en dieciséis años de mandato, la gobernante más destacada del planeta esperó hasta estos últimos días de su cuarto período para confesar con cierta reticencia que es feminista. Es decir, no usó de esa condición para agregar absolutamente nada a su personalidad ni menos a su estatus de liderazgo”. En estos días la Merkel se va de nuevo. Y digo de nuevo porque si bien ahora se va de veras, hace unos meses las  fake news  ya la hicieron partir. He estado recibiendo, desde principios de año, un Whats App que encierra minutos y minutos de aplausos para despedir a la canciller alemana Ángela Merkel. Aunque pone la piel de gallina, ese Whats App es falso y es uno de los bulos que se ignora con qué propósito -estrategia política o simple ocio- se han fabricado para invadir las redes sociales. Esta noticia falsa o  fake news  se titula: “Alemania se despidió de Merkel con seis minutos de calurosos aplausos”. Sin embargo esos aplausos -a

LA SORPRENDENTE REVISTA TIME

Lillian Calm escribe: “Miro con una mezcla de simpatía pero a la vez recelo determinadas actitudes estadounidenses. Incluso llego a pensar que por muy brillantes que sean ( y los hay muy brillantes), no entienden nada de nada. O, tal vez, muy poco de todo. Al menos para mí la revista   Time   es la esencia misma del ser yanqui (si es que persiste un ser yanqui a estas alturas), y lo yanqui siempre me ha producido apreciaciones encontradas”.     Y una vez más… me sorprendió la revista   Time . Esta vez al elegir a Elisa   Loncón   entre las cien personas más influyentes del planeta ( the   world`s   most   influential   people   2021 ), junto a   Joe   Biden ,   Xi   Jinping ,   a Harry y Meghan, y a otros catalogados como los más influyentes del año. Pero ella, la   Loncón , a diferencia del resto, aparece destacada en la portada.   Sin embargo lo que más me sorprende es que me haya sorprendido, porque desde siempre he sido incapaz de comprender con qué vara miden los estadounidenses a

MI AMIGA AMELIA

  Lillian Calm escribe: “Había mucho que decir de ella, pero al no decirlo, al omitir sus cualidades y condiciones, y también sus muchas anécdotas plagadas de sentido del humor, pude advertir cómo esa despedida final retomaba esa solemne sobriedad de tantas ceremonias de antaño. De lo mejor del viejo Chile, el que alcanzamos a conocer y del cual tanto debemos preservar en estos tiempos difíciles”. Hace solo unos días murió mi amiga Amelia. Amiga desde hace más de cincuenta años y debo admitir que, a pesar de conocerla tanto, no sé realmente qué diría si leyera estas líneas. Me inclino a creer que no le gustarían nada. Y no por errores de sintaxis o faltas ortografía, que espero no las haya (y que era uno de los temas recurrentes entre nosotras), sino porque en su sobriedad pidió que nadie, fuera del sacerdote en la homilía de la Misa, hablara en su funeral. Había mucho que decir de ella, pero al no decirlo, al omitir sus cualidades y condiciones, y también sus muchas anécdotas plagadas

A EMBANDERAR CHILE

  Lillian Calm escribe: “Fueron centenares los ciudadanos de diferentes ciudades que salieron a gritar ‘viva Afganistán’ y, también, consignas en que advertían que su bandera no sería profanada. La prensa internacional reprodujo el clamor de una mujer: ‘Sacrificaré mi vida por esta bandera’. Qué lección para nosotros, los chilenos, pensé”. Poco antes de que en Afganistán se produjera la gran debacle -yo diría, mandada a hacer desde el exterior- su pueblo le dio al chileno una gran lección. Ellos, los afganos, se enorgullecen de una bandera también tricolor. Son otros sus colores, pero el rojo es común a la suya y a la nuestra. Sin embargo, en vez del azul y blanco, la afgana lleva negro y verde. Me impresionó observar esas imágenes que mostraban cómo, ante el avance talibán, multitudes salían a defender su emblema de tres colores. ¿Defenderla de qué? De que se izara en su reemplazo la bandera blanca con la inscripción negra del movimiento integrista musulmán. Es decir, otra bandera u o

EL CARAMELO

  Lillian Calm escribe: “Toda esta historia se conoce: en chileno Provoste desbancó a Rincón como candidata presidencial, y para zurcir el remiendo y sanar heridas o, más bien, conseguir que Rincón volviera a sonreír, se le agenció la presidencia del Senado, desbancando ahora de paso a Carolina Goic… a quien todavía no se le da caramelo alguno”. Quizás el escándalo de la Lista del Pueblo -el de las firmas fraudulentas- haya opacado el complot Caramelo. No: complot no es la palabra. Es demasiado fuerte. Llamémosle, mejor, la trama Caramelo, porque si bien se urdió una trama resulta que esa trama es lícita. No es elegante, pero reconozco que no tiene nada de fraudulenta. A mi juicio todo se hizo mal. ¿O bien, para algunos? ¿O algunas, para estar a tono con esa jerigonza mal llamada idioma inclusivo? Resulta que Carolina Goic estaba a punto de asumir la presidencia del Senado. Era de esos secretos a voces: sería elegida por sus pares de la Democracia Cristiana (partido que mantendría su c