Me acecha una duda desde hace varias semanas: ¿se habría expandido tanto esta pandemia si el señor Tedros Adhanom Ghebreyesus no fuera el director general de la Organización Mundial de la Salud?
Y lo peor es que estoy por responder que no.
En primer lugar da la nefasta casualidad que por primera vez en la historia de ese organismo internacional dependiente de Naciones Unidas, su mandamás no ostenta el título de médico.
En segundo lugar procede de un país, Etiopía, donde el avance sanitario, por decirlo diplomáticamente, no destaca por su eficiencia.
En tercer lugar, y para ello me remito a informes internacionales, este ex comunista, que hoy se reconocería como marxista leninista, tiene una cercanía con China que al parecer es innegable.
¿Y desde dónde se esparció este virus por el mundo? Desde China. ¿Esto tiene importancia? Muchísima.
Un solo argumento: el etíope no solo habría demorado en dar la voz de alarma sino que al parecer la minimizo. (Este por lo demás es uno de los cargos que el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha disparado contra el organismo internacional y, esté bien o mal, lo ha impulsado a mermarle su abundante aporte financiero).
A principios de febrero este biólogo etíope declaró que era innecesario adoptar medidas que “interfieran innecesariamente con los viajes y el comercio internacional”.
¿Y cuál es la novedad que declaró esta semana en que muchos vivimos el peak y otros el rebrote?
Textual:
“El virus sigue expandiéndose rápido, todavía es mortal y mucha gente es susceptible de contraerlo (…) Continúen manteniendo distancia con los demás, quédense en casa si se sienten enfermos, sigan cubriéndose la nariz y la boca al toser, lleven mascarilla cuando sea conveniente y no dejen de lavarse las manos”.
Algo que todos sabíamos pero, ¿qué había dicho solo días antes la altísima autoridad encargada de la salud mundial? Algo muy distinto.
También textual: que ante los estallidos sociales desatados en tantos países por la muerte del afroamericano George Perry Floyd, los manifestantes debían protestar de manera segura. En videoconferencia de prensa desde Ginebra, sede de la Organización Mundial de la Salud, en vez de pedir que se postergaran estas manifestaciones señaló que la Organización alienta “a todos los que protestan en todo el mundo a hacerlo de manera segura".
Es decir, protestar pero manteniendo el distanciamiento social, lavándose las manos o utilizando alcohol gel, saliéndose del montón para ajustarse bien la mascarilla…
¿Es posible protestar de manera segura manteniendo el distanciamiento social, lavándose las manos y echándose alcohol gel?
O es broma o me parece que aquí primó la ideología antes que la ciencia y, peor que eso, el sentido común.
La prensa internacional cuenta con mucha literatura sobre la elección de Tedros Adhanom Ghebreyesus , quien habría sido catapultado para el cargo por China al verse imposibilitada de llevar candidato propio, pues la directora general saliente era ciudadana china: Margaret Chan, de Hong Kong, que estuvo dos períodos (2007-2017).
Por esa razón se habrían inclinado por un candidato etíope (procedente de un país que económica y financieramente le debe demasiado a China) y que además de marxista leninista, al parecer los preferidos por los organismos internacionales, tenía una carrera política: ministro de Salud y de Relaciones Exteriores. Su padrinazgo eso sí no fue bien visto por muchos etíopes que no piensan como él.
China ya no solo hace oídos sordos. También ha aprendido la técnica del desmentido, pero los hechos son los hechos. Entretanto el virus sigue haciendo de las suyas.
Lillian Calm
Periodista