EL PORQUÉ DEL OCHO DE MARZO

 

Lillian Calm escribe: “La Unión Soviética, China y España fueron países pioneros en consagrar el 8 de marzo como día de las mujeres.  Y ahí entró Naciones Unidas, organismo no siempre muy acertado, que lo reconoció como Día Internacional de la Mujer ya en 1977”. 



El domingo me quedé todo el día en la casa. No es que no quisiera salir; no podía salir. Mis derechos de libre tránsito fueron conculcados por olas de mujeres que obligaron a la autoridad a cerrar un perímetro gigantesco (dentro del cual se realizaron los consabidos incidentes), y no dejé de oír ya hasta bien tarde gritos y más gritos.

Todos, por supuesto, muy básicos en su rima, e invariablemente terminados en esas groserías con que los grafiteros profesionales y los seudo grafiteros ensucian paredes y muros: eran, se supone, las mujeres de Chile.

Muchas de esas consignas iban dirigidas, por supuesto, en contra de los hombres.

Con demasiadas horas dominicales por delante me dediqué a revisar todos esos Whatsapps que uno va recibiendo y deja “para más tarde”. Me detuve en dos que coincidentemente me enviaron distintas fuentes desde España y que me neutralizaron una eventual ansiedad que podría haber experimentado, al estar encerrada por culpa de una marcha cuyos orígenes tengo, por lo demás, más que claros.

Pero veamos primero qué dicen esos Whatsapps.

El primer video lleva el logo de eldebate.es y la voz de una mujer dice así:

“Queridos hombres buenos: llegados a este punto nos va a tocar pediros perdón por la situación a la que hemos llegado en España por culpa de algunas pocas y locas (…) Creo que soy de una mayoría de mujeres que desde ya os promete que va a hacer lo que haga falta a vuestro lado para cambiar esto, porque es absurdo y espantoso que hayáis perdido vuestra presunción de inocencia…”.

Y sigue: “Os pido que no os rindáis, que le demostremos a esas pocas que sois nuestra otra mitad y no nuestro enemigo. Les aseguro que me seguiré horrorizando cuando un hombre cometa un delito asqueroso, tal como lo hacéis vosotros, y pediré que se muera en la cárcel como lo haremos si lo comete una mujer (…) Qué desgracia debe ser tener un entorno que te haga pensar que los hombres son malos y que quieren imponer no sé qué bobadas del patriarcado. Tendré que dar gracias de haber crecido y vivido siempre rodeadas de hombres estupendos, y de mujeres que son y fueron  lo que querían ser”.

Continúa:

“No escuchéis a esas pocas, aunque desgraciadamente demasiadas, que nos gritan que nos estáis matando. La mayoría no somos como ellas ni estamos con ellas. Seguid sujetándonos la puerta, ayudándonos a bajar un carrito de bebé, seguid invitándonos a cenar de vez en cuando. Nosotras os invitaremos otras tantas (…) La mayoría siempre lo recibiremos bien. Es que esa mayoría sabemos que os necesitamos y os valoramos: a los hombres valientes, a los hombres buenos, a nuestros padres, nuestros maridos, nuestros hermanos y nuestros hijos. A nuestros hombres”.

Y en el otro Whatsapp, también procedente de España, habla Cayetana Álvarez de Toledo, periodista, historiadora y política:

“No somos  bloque, las mujeres. No todas pensamos lo mismo. No todas somos iguales. No todas sentimos lo mismo. No todas nos identificamos de la misma manera. Ese es uno de los grandes problemas que se está manifestando: la idea de la colectivización de la mujer. ¿Qué tienen que ver Carmen Calvo (actual vicepresidenta) o Irene Montero (actual ministra de Igualdad) conmigo, porque yo nací con los mismos órganos que ellas? ¿De verdad vamos a caer en eso? A mí que no metan en un bloque monolítico llamado mujeres, y que tengo que pensar y actuar  de una determinada manera…”.

Agrega:

“Y, segundo, no nacemos víctimas: la victimización es el primer paso al dominio   Los listos vienen a decidir lo que tienen que hacer las víctimas (…) Y miremos lo que hemos avanzado las mujeres en los últimos cuarenta años. Es absolutamente impresionante… desde  la España de Marisol (la pequeña actriz) a la España contemporánea. Nuestras mujeres no nacen víctimas y si les estamos enseñando que son víctimas, les estamos enseñando lo peor que puede haber para salir adelante”.

En ese mismo video aparecen otras mujeres. Cito a dos:

 “No hables en mi nombre. Soy mujer y no soy víctima por el hecho de nacer mujer”  y “Soy mujer y no seré dócil ni sumisa  ante el feminismo radical”.

Pero… ¿por qué el 8 de marzo? La fecha fue propuesta por la comunista Clara Zetkin, quien en 1911 instauró el Día de la Mujer Trabajadora, más conocido como el Día Internacional de la Mujer, en conmemoración a un incendio que en 1909 causó la muerte de 129 mujeres en una fábrica de Nueva York.

Tres años más tarde, el 8 de marzo de 1914, en diferentes ciudades de Europa, grupos de mujeres   se reunieron para pedir paz, sufragio y trabajo. Todo aparentemente muy loable. En 1917, las mujeres rusas decidieron realizar una multitudinaria huelga de hambre contra las políticas del zar y usaron como fecha de inicio el 8 de marzo, ya día de reivindicaciones.  



La Unión Soviética, China y España fueron los países pioneros en consagrar el 8 de marzo como día de las mujeres.  Y ahí entró Naciones Unidas, organismo no siempre muy acertado, que lo reconoció como Día Internacional de la Mujer ya en 1977. 



Clara Zetkin, comunista alemana, tuvo en Lenin su fuente de inspiración. Tras morir, a los 76 años, ella fue enterrada junto a la muralla del Kremlin, en Moscú. 

Lillian Calm

Periodista

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